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El mundo de Pamela Castillo (33) ha logrado unir dos vocaciones que parecen dispares, demostrando que la pasión y la curiosidad pueden trazar caminos inesperados.

Nacida el 29 de diciembre de 1992 en Concepción y criada en Coronel, Región del Biobío, desde muy pequeña mostró una inclinación natural por el dibujo y la pintura, una chispa artística que la acompañaría a lo largo de su vida, incluso mientras exploraba otros intereses.

Su trayectoria no ha sido lineal. Antes de sumergirse en la medicina, incursionó en gastronomía, música, programación neurolingüística y medicina complementaria, una diversidad de saberes que, en retrospectiva, la dotaron de una perspectiva única.

La semilla artística fue sembrada en un hogar donde la creatividad era el pan de cada día. La Región del Biobío, con su historia ligada al carbón, fue el telón de fondo de su infancia.

Con la bohemia en el corazón

Sus padres, con una sensibilidad artística innata, la sumergieron en un universo de música y artes visuales. Su abuelo paterno, el «Tata Pello», un bohemio de corazón, llenaba la casa con boleros, mientras sus padres, al formar una banda de jazz, transformaban los domingos en conciertos improvisados.

La casa familiar se convirtió en la sede del Club de Jazz de Coronel, un epicentro de creación y gestión cultural que Pamela y su hermana vivieron de cerca.

"Ayudábamos a cargar y descargar el auto con los instrumentos, armábamos la batería antes de las tocatas y, de alguna manera, nos sentíamos parte del ritual", recuerda Pamela, describiendo una "coreografía familiar" que cimentó su vínculo con el arte.

    Sus propios pasos en la música comenzaron con el piano en la Sinfónica de Concepción, para luego explorar el violín y la guitarra antes de encontrar su compañero en el bajo, un instrumento con el que se siente "muy cómoda".

    Pamela Castillo AIEP

    Otra forma de habitar el mundo

    Su madre, Mónica, le transmitió una sensibilidad diferente, ligada al arte y las manualidades. Desde la artesanía y la pintura hasta el trabajo textil, le enseñó a valorar los procesos, los materiales y los olores.

     

    Pamela rememora con especial cariño el viaje de su madre a una comunidad mapuche para aprender el arte ancestral del telar witral, destacando "su respeto por esa sabiduría, su capacidad de escucha, su conexión con los hilos y los colores".

      En esta atmósfera de creación constante, Pamela aprendió a admirar profundamente a los artistas y a comprender que "el arte no es sólo expresión, sino también una forma de habitar el mundo, de sentir y de pensar con el cuerpo entero".

      Este programa de dos años, compatible con su trabajo como médico general en una residencia para pacientes con discapacidad intelectual y dependencia severa en  COANIL, le ofrecía la flexibilidad que necesitaba para explorar su veta artística.

      Su experiencia en AIEP, afirma, ha sido enriquecedora, valorando especialmente la flexibilidad para los estudiantes vespertinos y la calidad de sus docentes.

      «La Cochinilla»: un ensayo que reivindica la historia

      El ensayo de Pamela Castillo sobre La Cochinilla, realizado para la asignatura de Historia del Arte Antiguo y Medieval en AIEP, destaca por su originalidad.

      Aunque inicialmente consideró el azul maya, su investigación la llevó a centrarse en el pigmento rojo carmín, extraído de este pequeño insecto.

      El trabajo de Pamela no solo explora la importancia del carmín en la cosmovisión mesoamericana (donde simbolizaba la vida y la guerra), también su impacto en Europa a partir del siglo XVI, revolucionando la industria textil y siendo adoptado por artistas como Caravaggio y Velázquez.

      A pesar de la llegada de los pigmentos sintéticos, el carmín mantuvo su presencia en el arte hasta el Impresionismo y llegó incluso a Japón.

      Lo que hace su ensayo verdaderamente innovador es la presentación de la cochinilla como un símbolo de resistencia mesoamericana.

      Pamela argumenta que este recurso natural de alto valor representó una presencia cultural innegable y un recordatorio del ingenio de los pueblos originarios frente a la colonización, que a menudo se centra solo en la explotación de oro y plata.

      Este enfoque único distingue su trabajo y lo convierte en una propuesta valiosa para su publicación en revistas especializadas como el boletín del Museo Precolombino.

      Sinergias y proyecciones: el arte y la medicina entrelazados

      La formación médica de Pamela, lejos de ser un camino separado, ha enriquecido su aproximación al arte. El método científico, con su énfasis en la investigación, la precisión de los datos y el cuestionamiento de las fuentes ha sido una herramienta invaluable en su proceso de investigación artística.

        Su reciente participación en la exposición "Uróboro" en la Sala de Arte AIEP así lo demuestra. Creó una obra de videoarte llamada "Pulso Análogo", que fusiona un procedimiento médico (una angioplastia coronaria) con proyecciones de imagen en un circuito cerrado.
          Este es un claro ejemplo de cómo Pamela logra integrar sus dos pasiones de manera innovadora, mostrando que el arte y la medicina no son campos excluyentes, sino disciplinas que pueden dialogar y enriquecerse mutuamente.
            Su curiosidad innata y su disposición a aprender nuevas técnicas la impulsan a experimentar constantemente con el color, elemento transversal en todo lo que crea.

            Logros y reflexiones futuras

            El relato de Pamela Castillo es el de una vida tejida con hilos de arte y ciencia, donde cada experiencia, desde los boleros del abuelo hasta la investigación de un pigmento ancestral, la ha moldeado en una profesional con una visión única y un compromiso inquebrantable con la creación y la conexión humana.

            Es un testimonio viviente de cómo la pasión y la curiosidad pueden trazar caminos inesperados, derribando fronteras entre disciplinas y demostrando que la verdadera riqueza reside en la exploración constante y la integración de saberes.

            Su historia es una invitación a atreverse a combinar lo que se ama, forjando un futuro donde el arte y la ciencia pueden unirse para crear algo verdaderamente único teñido de rojo carmín.

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